Los Grupos de Consumo son asociaciones de personas que se reúnen para intercambiar y / o comprar productos sin intermediarios.

Directamente los consumidores consiguen sus productos desde el productor. En este caso no hay un comprador mayorista, y distribuidor, ni ningún equipo comercial, simplemente son los consumidores los que tratan directamente con el productor.

De este modo se produce un equilibrio natural entre el precio de los productos adquiridos y el trabajo que realiza el productor para ofrecerlos a sus clientes. A la vez que se consigue un abaratamiento del precio final, el productor puede seguir desarrollando su trabajo de un modo sostenible.

En este caso os voy a hablar sobre un grupo de consumo de productos hortícolas que se llama “Huerta La Madre Vieja”.

Se trata de un grupo formado de un lado por unos jóvenes agricultores que son los productores y por otra parte gente normal y corriente que consume estos productos.

Los consumidores son personas de las localidades cercanas así como otras que viven en barrios de Madrid.

La organización consiste en la reunión de estas personas en un lugar y día acordado para la distribución de estos productos de la huerta mediante un delegado que rota cada cierto tiempo y que se ocupa de  anotar las peticiones de productos de cada miembro.

Así se puede solicitar una cesta de productos de tres o cinco kilos una vez cada semana o bien cada dos semanas, según las necesidades de cada uno. También se pueden incorporar a este canal de distribución otros productos de origen natural como puede ser queso, miel, pan, y huevos, que se solicitan al productor, bien porque éste los elabora o bien conoce a otros productores que se dedican sólo a esos productos.

En este caso no conlleva sobre coste ya que tratar con el productor es lo mismo que tratar con los demás productores de grupos de consumo debido a que forman parte de la misma red de distribución.

El día escogido coincide con la recogida de los productos por parte de los agricultores del campo ese mismo día. De esta manera, los productos son totalmente frescos y conservan sus propiedades por completo.

La manera de cultivo se desarrolla de modo sostenible. Esto quiere decir que no se emplean automatismos de ninguna clase ni productos químicos artificiales como por ejemplo pesticidas y plaguicidas.

Lo único que es artificial por el momento es el transporte mediante vehículo a motor hasta cada punto de entrega, tratando de crear el menor impacto ambiental posible.

Para el riego se emplea el agua de acequia o de pozo, aunque por lo general, si el año es bueno, basta con el agua de lluvia.

A parte de los propios nutrientes que contiene el terreno, se pueden usar abonos orgánicos naturales.

Estos productos hortícolas tienen un sabor y olor natural intenso propios de su especie. El tamaño también es muy superior, y sus colores naturales mucho más vivos.

Es tan sencillo como que la zanahoria sabe a zanahoria, el repollo a repollo y el brócoli a brócoli. Son productos visiblemente muy superiores a los de las grandes explotaciones. Llegan sin ser lavados con su tierra pegada. Tal vez pueden contener algún insecto propio de donde crecen estos alimentos que bastará con lavarlo un poco con agua para después consumirlo.

Se pueden adquirir lombardas, brócoli, nabo, cebolla, ajo, endibia, acelga, borraja, calabaza, remolacha, zanahoria, puerro, rábano, y toda una lista de productos que crecen y van saliendo desde el mes de noviembre hasta el mes de mayo.

El consumo de productos estacionales además, garantiza una dieta anual rica y variada para el ser humano.

Al tratarse de productos estacionales también se evita el sobre coste en su transporte cuando por ejemplo hablamos de productos que proceden de provincias más alejadas o peor, cuando proceden de países del otro hemisferio.

De este modo se evita el desgaste medioambiental que supone traer esos productos de países lejanos en donde es necesario emplear una gran cantidad de combustibles, que se sepa, todos de procedencia fósil y por tanto contaminantes, y el sobre coste económico que conlleva el consumo de estos productos por la larga línea de distribución y los enormes gastos de transporte.

En este sentido, no parece muy buena idea ni es nada inteligente consumir en el mes de Enero, por ejemplo, una sandía venida de Sudáfrica, o tomar en el mes de Julio naranjas provenientes de Sudamérica. Lo más apropiado por economía social y medioambiental es consumir los productos de las estación que toca.

Enlaces de interés:

http://lamadrevieja.blogspot.com.es

redes sociales facebook: Huerta La Madre Vieja

 

autor del artículo:

Jesús Pablo Alonso García

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